jueves, 9 de abril de 2015

Kafka, el "cartero de muñecas"

Con obras como La metamorfosis, también conocida como La transformación, o El proceso, Kafka entró a formar parte de la historia de la literatura universal.
Franz Kafka fue un hombre excepcional, frágil, tremendamente nervioso y obsesionado con la escritura. Tal vez esta sea la faceta más conocida del escritor. Sin embargo, una historia menos conocida muestra la parte más humana del autor.
En el año 1923, Kafka iba paseando junto a su mujer por un parque de Berlín cuando se encontró con una niña que se había perdido, llorando. Al preguntarle que le ocurría, la niña le contestó que había perdido a su muñeca, a lo que el escritor le respondió que no se había perdido, sino que se había ido de vacaciones. 
La niña, sorprendida, le preguntó cómo lo sabía, y Kafka le contó que había recibido una carta de la muñeca pero que se la había dejado en casa. Le prometió que, si al día siguiente iba al parque a la misma hora, se la llevaría.
El escritor se marchó entonces a su casa y escribió una carta que al día siguiente leería en voz alta a la menor. Durante dos semanas, fue escribiendo cartas y leyéndoselas, manteniendo así su ilusión. Finalmente, escribió una última en la que decía que la muñeca se iba a casar. De este modo, el final de la historia fue menos brusco de lo que hubiera sido al principio, perdiéndola al principio.


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